EL CENTRO HISTORICO EN ACUARELAS

Pintura del pintor Loaiza.

El Centro Histórico de Barranquilla es un minimundo, es otra ciudad dentro de sí misma. Desde esta perspectiva, Néstor Loaiza, se dedicó a captar los sitios emblemáticos del entorno donde nació la ciudad. No dejó escapar tampoco moles arquitectónicas anónimas para algunos para producir la exposición Visiones Urbanas, que inaugurará mañana a las siete de la noche.

El pintor del Barrio Abajo, El pintor de las esquinas, Loaiza, o sencillamente Tico, como muchos llaman a este artista barranquillero, colgará sus obras en el Club ABC, que anuncia con esta actividad el inicio de festejos de 20 años de labores. La nueva imagen de la iglesia y la Plaza de San Nicolás, el edificio Lacorazza, así como la antigua Gobernación y muchos otros ocuparon en esta ocasión la atención de Loaiza, quien en acrílico y acuarela presenta estos sitios bajo su propios matices.

“El carácter caribe, que es lo que nos identifica no debe perderse y eso no es difícil para esos están los colores más llamativos: amarillo, naranja, rojo”, dice el artista, quien propone para el recuperado Shoppig, tonos en ocre, muy diferentes a los que ahora tiene, y al centenario templo de Tolentino le da un matiz más intenso, variando el controvertido tono zapote; lo propone vinotinto.

A su modo de ver, así estos lugares lucen más agradables, más caribe. Se resiste a afirmar que esto es un jalón de orejas para la ciudad. Sencillamente dice que le parece saludable ocuparse de obras testimoniales e impulsadoras de grandeza y desarrollo. Fiel a sus convicciones, presenta también algunas esquinas de su amado Barrio Abajo. “Visiones Urbanas representa lo que no debe perderse, el patrimonio que debe mostrarse.

Es algo de lo que nos debemos sentirnos orgullosos porque es lo que nos identifica, y si lo defendemos el mundo nos referenciaría de manera espectacular”, reflexiona Loaiza, quien dice que nos falta poco para completar esa visión ideal. Pero razón también tiene Ignacio Consuegra que dice “esta pintura nos obliga a mirarnos en el espejo de nuestras ignominias.

Por Martha Guarín R.

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